El alma del paisaje: la visión sensible de María del Pilar Anarte en Pizarra
En la Casa de la Cultura de Pizarra, Málaga, María del Pilar Anarte presenta una colección de obras que capturan la esencia de la naturaleza a través de juegos de luz y texturas que evocan la tierra, las piedras, el agua y la vegetación. Sus pinturas parecen surgir de un proceso íntimo, donde la artista se deja atravesar por el entorno que plasma, creando paisajes que rozan la experiencia sensorial más que la mera representación visual. La exposición estará abierta hasta el 28 de junio.
El paisaje como reflejo del alma
Desde el Romanticismo,el paisaje ha sido mucho más que un simple motivo decorativo; se ha identificado con el estado anímico del artista. Pintores como Caspar David Friedrich y J.M. W. Turner,o poetas como Keats y Wordsworth,transformaron la naturaleza en un espejo del espíritu humano. Este enfoque persiste en ecos hasta nuestros días, sugiriendo que interpretamos el mundo exterior a través de nuestras emociones.
Friedrich afirmaba que la tarea del pintor no consistía en reproducir fielmente el aire, el agua, o los árboles, sino en reflejar su propia alma y sentimiento.
No obstante, existe una corriente menos idealizada representada por Carlos de Haes, pionero del paisajismo moderno en España. Haes rechazaba la fantasía excesiva y apostaba por una visión objetiva y cercana a la realidad. Nacido en Bruselas y formado entre Málaga y Bélgica, consagró su carrera a enseñar y retratar paisajes con rigor, dejando discípulos destacados y un legado que influenció también a escritores de la Generación del 98 y del 14, quienes plasmaron los paisajes españoles como símbolos de identidad cultural.
la trayectoria artística de María del Pilar Anarte
Formada en la Escuela de Artes aplicadas y en la Escuela Superior de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría en Sevilla, María del Pilar Anarte ha desarrollado una carrera destacada con numerosas exposiciones individuales y colectivas. Ha colaborado como ilustradora en libros de poesía, narrativa y guías de viaje, aportando una sensibilidad especial para retratar espacios naturales.
Sus paisajes suelen mostrar rincones emblemáticos del sur de España,desde Málaga a La Alpujarra granadina,pasando por el río Poqueira o el Guadalquivir en Cazorla.También se ha acercado a escenarios majestuosos como las cataratas de Iguazú, donde el agua impetuosa parece comunicar la idea de lo sublime: una muestra de la naturaleza que, según la filosofía estética, nos habla de nuestra pequeñez y conexión con el cosmos.
Una relación profunda con la naturaleza
Las obras de Anarte revelan una conexión afectiva con los lugares representados, como si la pintura fuera un diálogo en el que la naturaleza penetra en la artista mientras ella la plasma. A diferencia del romanticismo, que enfatiza el estado emocional del pintor, María del Pilar se acerca más a la objetividad de Carlos de Haes, evitando figuras humanas o animales y dejando el paisaje en estado puro. Esto abre una ventana para que el espectador proyecte sus propios sentimientos en la escena.
Sus composiciones se apoyan en contrastes lumínicos y en la aplicación de la espátula para imitar las texturas auténticas: la rugosidad de la tierra, la aspereza de la piedra, la delicadeza de las hojas. esta libertad en la precisión formal acentúa la expresión y genera una carga poética en cada cuadro.
Los paisajes como espacios para la reflexión
El filósofo pierre Hadot calificaba de “ejercicios espirituales” la contemplación del paisaje, invitándonos a mirar más allá y a superar las pasiones que perturban la mente. Mirar a lo lejos permite adoptar una perspectiva amplia, desarrollar autoconocimiento y encontrar una serenidad capaz de transformar nuestro modo de relacionarnos con el mundo. Estos cuadros parecen cumplir esa función: espacios donde el tiempo se diluye y emerge el silencio interior.
Además,la elección de la perspectiva en la obra de Anarte coincide con la teoría de Jay Appleton sobre “perspectiva y refugio”.Según este geógrafo, sentimos una atracción innata por ubicarnos en lugares que ofrecen una vista clara del entorno pero que a su vez nos resguardan, brindando seguridad y control. Esta doble sensación está presente en los paisajes de Anarte, que nos invitan a ser testigos sin ser partícipes, a observar con calma y recogimiento.
Elementos que despiertan placer en el espectador
Según estudios citados por el crítico Denis Dutton en El instinto del arte, el placer que nos producen ciertos paisajes depende de características específicas:
- Áreas abiertas de césped o hierba baja con grupos dispersos de arbustos o árboles.
- La presencia visible o cercana del agua.
- Vistas panorámicas abiertas hacia el horizonte.
- Signos de vida animal o aves (ausentes en los cuadros de Anarte).
- Diversidad vegetal con flores y árboles frutales.
Con excepción de la fauna, todos estos elementos se encuentran en la obra de María del Pilar, contribuyendo a ese atractivo natural que despierta emociones y conecta con nuestra herencia evolutiva.
El misterio como motor de la imaginación
Un último componente que distingue estas pinturas es el misterio. Dutton señala que el misterio en el paisaje estimula la creatividad y el anhelo humano, invitándonos a soñar con lo que está más allá de lo visible, a imaginar otras realidades y tiempos. En este sentido, la exposición plantea un viaje íntimo en el que el espectador se vuelve cómplice de la contemplación, habitando simbólicamente esos espacios donde la naturaleza y el alma se entrelazan.
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